Visita a la Penitenciaria femenina de Manizales
El Centro Cultural Palogrande vivió una Semana Mayor llena de servicio y trabajo por el prójimo. En esta oportunidad ofrecieron talleres espirituales, compartieron la Sagrada eucarística y sobre todo cambiaron la realidad de 165 mujeres recluidas en la Penitenciaria de Manizales.


Conoce la experiencia del voluntario Felipe Buitrago Cardona, un joven recién egresado de la carrera de ingeniería que disfruta de las labores sociales del Centro Cultural Palogrande.
El motivo por el cual asistí al Proyecto Social Universitario (PSU) #ManosALaObra, organizado por el Centro Cultural Palogrande de Manizales, es que soy egresado del programa Juventud Manizaleña y allí conocí las obras que realizaba CorFomento por medio de la formación espiritual del Opus Dei. Las expectativas que tenía era encontrarme con un grupo de mujeres, que uno creería que, por estar allí, serían muy rudas o serias, pero fue todo lo contrario, resultó ser un grupo de mujeres donde en su rostro se notaba la ternura y la alegría.
Las actividades que apoyé en esta ocasión, fue la preparación e interpretación de los cantos litúrgicos para cada una de las ceremonias, ya que está labor se realizó en Semana Santa.
Durante este espacio, tuve la oportunidad de interactuar con algunas reclusas, especialmente con aquellas que estaban asignadas como monitoras para el apoyo y manejo de equipos electrónicos y de sonido. Me asombró su compromiso, su orden, además de la cordialidad que tuvieron con cada uno de los voluntarios, y poder escuchar los planes y proyectos que tienen para cuando salgan de ese lugar.
Me llamó la atención hablar con una de las reclusas (que tiene una edad muy cercana a la mía) sobre informática y darme cuenta que ella, desde la cárcel, está realizando una carrera profesional relacionada con el campo de la ingeniería y muestra ese deseo de sacar adelante los proyectos que tiene.
“Las expectativas que tenía era encontrarme con un grupo de mujeres, que uno creería que, por estar allí, serían muy rudas o serias, pero fue todo lo contrario, resultó ser un grupo de mujeres donde en su rostro se notaba la ternura y la alegría.”.
Una experiencia que me impresionó fue cuando compartimos unos dulces y elementos de aseo que llevamos. El orden que manejaban y su gratitud ante los voluntarios, es algo muy bonito y que me llevo en mi interior. Muchas veces uno ante condiciones que son normales es desagradecido, y más que uno llevarles una enseñanza, la enseñanza se la dan ellas a uno con sus experiencias e ilusiones.
Me asombró demasiado el trato de la Directora de la cárcel hacia las reclusas, como maneja la autoridad. Nunca se escuchó un grito para dar una orden, siempre era un diálogo muy sutil y directo con el cual se llevaban a cabo las instrucciones que se debían realizar al momento.
Hubo un caso muy particular que me conmovió y fue el de una madre y una hija que viven en patios separados (solo se pueden ver una vez al mes) y en la ceremonia la Directora les dio la oportunidad de encontrarse y saludarse. La bendición de la madre a la hija llena mucho el corazón, y es un gran mensaje de cómo muchas veces tenemos cosas cercanas, como son nuestros familiares en casa y no lo valoramos, personas que de pronto estando tan cerca y a la vez tan lejos (como lo es una cárcel) a pesar del tiempo lo valoran tanto, es algo que me marcó demasiado.
“Es un gran mensaje ver cómo muchas veces tenemos cosas cercanas, a nuestros familiares en casa y no lo valoramos”.
Una de las internas cumplió su pena el viernes santo y después de 10 años en ese lugar pudo salir. La directora comentaba cómo fue su proceso y su transformación, y la manera como aprovechó el tiempo realizando estudios técnicos y diplomados durante su instancia como interna. Verla salir fue muy bonito porque se ve preparada para poder continuar su vida y su reincorporación a la sociedad. Es destacable el trabajo que realizan en la Penitenciaria femenina de Manizales, ya que allá las reclusas pueden aprender un arte y oficio para reintegrarse de nuevo a la normalidad y llevar vidas tranquilas luego de cumplir su pena.
Algo muy interesante fue la piedad y el respeto de las mujeres en la ceremonia, su preparación previa mediante la confesión y el deseo de muchas de ellas luego de terminada la Semana Santa por iniciar el proceso para recibir los sacramentos, el bautismo, la confirmación inclusive el matrimonio. Es lindo ver como dentro de su proyecto de vida quieren casarse, formar una familia y tener hijos una vez terminen con el pago de su pena…